manocruel ©: 12/01/2004 - 01/01/2005

23.12.04

PAZ Y FELICIDAD

Todos deseamos el Bien, todos perseguimos lo que creemos que es el Bien. Nadie quiere el mal para sí mismo. El mal sólo es cuestión de los otros, de los que ven o padecen el deseo de un individuo cualquiera. Si alguien desea el mal de otro, lo desea sólo en función de su propio bien y eso le alcanza para justificarlo.

Para quien consume heroína, la heroína es el bien. Para quien revuelve una bolsa de basura buscando con qué alimentarse, el hallazgo del desperdicio es el hallazgo del bien. Para quien elige dejar de vivir, la eutanasia o el suicidio son el bien. Para un sádico, el sufrimiento del otro es el bien. Para un cristiano la Biblia es el bien. Para un agnóstico, las creencias religiosas son el eje del mal. Para algunos, el único bien posible es el bien del otro. ¿Y si el bien del otro es morir? ¿Y si el bien del otro es matar? ¿Desear el mal a un masoquista es desearle el mal o el bien?

Bush, por ejemplo, quiere el bien. Cree en la guerra como medio para alcanzar el bien, quiere el petróleo y el poder. Ambos son el bien, la guerra es el bien, la riqueza es el bien. Irak es el mal. Cuba es el mal. Si creés que Bush es el mal, entonces -a sus ojos- vos sos el mal. Si creés que el mal es Fidel, entonces -a ojos del Comandante- también lo sos.

Entonces, presuponiendo que ambas sean el estado resultante de la obtención del bien: cuando deseamos paz y felicidad, ¿me querés explicar qué es lo que estamos deseando?

16.12.04

presentación en sociedad


A N A R Q U I T O

un amigo

14.12.04

...
y esta amiga
me dice que sentía frío
por las noches de calor
que hace un tiempo creía que era imposible
estar bien en soledad
que la cama fría, en la noche tibia
un día la iba a matar
y que luego pasó un tiempo de lunas ebrias
y noches de placer
y que ahora está descansando
sonríe y me dice:
vos sabés que...

nada es mejor y nada es igual



7.12.04

Pesadilla de una noche de verano (*)

Tengo la sangre envenenada de andar masticando flores con aroma y sabor a mierda hipócrita.
Como un perro que sólo sabe de puntapiés y gruñonadas, muestro colmillos a quien se acerque con visos de sobarme la espalda y, cuando la cadena zafa de tanto tirón, salgo (lo hago cada vez que puedo) a la calle a hincar dientes. Dispongo de excelente contextura, ágil y veloz, y a fuerza de roer huesos pelados, de una dentadura afilada como hilera de cuchillas. Es verdad, primero muerdo y luego pregunto si sos o no un cretino simulador. Es que no hay tiempo, la perrera está a la caza y los minutos cuentan y, dado que hay sobreabundancia de cretinaje (resultado previsible de la natural dialéctica del mercado) sería un verdadero desperdicio detenerse en consideraciones.
El objetivo, queda claro, es morder cretinos, fecundar con mi ponzoña a tantos de ellos como sea posible. Soy (somos, a decir verdad) un detrito anexo, bonus track de aquella misma dialéctica. Que alguien me diga (que alguien se atreva a decir) que no tengo derecho a devolver con saña lo que con saña me fue dado. Que alguien se atreva a hablarme de legitimidad, de justicia y de la otra mejilla.

Anoche soñé que iba de acá para allá portando un bate de baseball en la mano derecha. Ya sé que es un símbolo fálico, pero eso ahora no cuenta. No es sólo eso. Es un ¡hey, dont´t fuck with me any more, porque nada es gratis y por ésta que te la voy a cobrar!


(*) Enero 2003

1.12.04

hay situaciones ante las cuales uno duda entre sentirse un héroe o un imbécil.

y se me ocurre que es la mismísima disyuntiva la que nos acerca más a la imbecilidad que al heroísmo.

mientras tanto, aquí, en buenos aires, una nueva hora comienza.