¿QUÉ TE IMPORTA?
No tengo alma de hacker ni espíritu bruswilliano. No nací para ser un héroe. Soy más parecido a Roger Rabbit que a Roger Moore (Bond, se entiende). Escribí bien sólo una o dos cosas; una vez un poema con el alma desmembrada, y algún otro con el corazón cautivado para siempre. Después sólo pude balbucear perdigonadas de frases esquizoides, extraídas a fuerza de sopapa, de bomba centrífuga, de escarbar con pico y pala y sangre, hurgando en la herida ya cerrada. Escribir es como hecharse el mejor polvo en cada línea; como acariciar a la mujer deseada y caliente, saborear cada una de sus comisuras, tenerla debajo tuyo y gozarla de todo a todo, sin límites. Por eso odio estos dedos mezquinos que cada tanto se quedan mirando el papel, abierto y deseante como una mujer desnuda y abierta. Porque es como estar subido a la mujer desnuda y abierta y tener las manos atadas a la espalda, estar constipado, querer gritar o correr en sueños. Es un fantasma sobrevolándote como un buitre que espera te des por vencido para picotearte los ojos.
Pero eso no será hoy, ni mañana, ni pasado.
Y no dejo de preguntarme por qué algo de todo esto podría llegar a importarte.