manocruel ©

3.11.05


anoche tropezó la farolera.

caminaba tambaleándose, a decir verdad, a causa del permanente consumo de marihuana, alcohol y pastillas de las últimas semanas, y ayer por fin tropezó, perdió el equilibrio y se dio la boca contra el cordón de la vereda.

sangró mucho la farolera, y dejó sus rojas huellas dactilares como testigo.

resulta, además, que la farolera está secretamente enamorada de un cabo primero que hace guardia los domingos en un cuartel, se atavia con maquillaje chillón y vestidos ajustados que le aprietan las nalgas y lo mira y mueve los ojitos, le dice buendía, y el cabo, que parece tonto, le hace el saludo militar y le díce buenos días señorita.

pero resulta que es tonto y no se da por enterado.

en el cuartel también hay un coronel que le tiene ganas porque asegura que la farolera es dueña de las mejores tetas que haya visto jamás, y la acosa en posición de firme cada vez que pasa diciéndole todo tipo de guarangadas.

ese domingo, aprovechando que la farolera estaba shockeada por el tropezón y con la excusa de asistirla en su desgracia, el coronel le ordenó al cabo que alzara la barrera para dejarla entrar y hacerse así una fiestita con el resto del pelotón.

entrada ya la noche, los soldados de guardia le dieron salida y la invitaron a volver la semana siguiente.

un poco turbada se fue la farolera caminando entre las sombras, sin saber muy bien en qué se la había pasado todo el día.

y sacaba cuentas y sacaba cuentas y todas las cuentas le salían mal.