manocruel ©

18.5.04

MANIFIESTO GAGÁ

Algunas veces caigo en barrancos que parecen no tener fondo; no sé cómo, pero pierdo de pronto las referencias del espacio y del tiempo. No hay lados, no hay arriba ni abajo. Huelgan las preguntas y las respuestas. Me aferro apenas a la cola de ésta última letra Á, que asoma entre las piedras como una raíz vieja y endeble. Quedo pendiendo en el vacío, desnudo, y con una desazón que me cuelga del cuerpo como un abrigo empapado. No hay miedo, hay un viento helado, una languidez que todo lo incolora, una mueca desganada que no alcanza a enmascarar la antipatía. Desde ahí combato con los monstruos y fantasmas que me anidan, una cofradía de criaturas inexistentes que me visitan en noches de sueños afiebrados. Soy al cabo un monigote prodigando manotazos en la oscuridad, diestra y siniestramente, un hidalgo sin corcel, sin armadura ni espada, un aprendiz de cascarudo pataleando enajenado panza arriba.